ERRORES Y HORRORES

$8.00

SKU: 978-0-9701913-1-1 Category:

Book Details

Weight 0.5 lbs
Dimensions 8.5 × 5.5 in
ISBN

978-0-9701913-1-1

Páginas | Pages

64

Año | Year

2001

Tipo | Type

TAPA BLANDA / PAPERBACK

About The Author

Maricel Mayor Marsán

Expresaba el maestro de poetas Jorge Guillén en su libro Lenguaje y poesía, al tratar de exponer con precisión los términos creativos: “No partamos de ‘poesía’, término indefinible. Digamos ‘poema’, como diríamos ‘cuadro’, ‘estatua’. Todos ellos poseen una cualidad que comienza por tranquilizarnos: son objetos, y objetos que estan ahí y ahora, ante nuestras manos, nuestros oídos, nuestros ojos. En realidad, todo es espíritu, aunque indivisible de su cuerpo. Y así, poema es lenguaje. No nos convencería esta proposición al revés. Si el valor estético es inherente a todo lenguaje, no siempre el lenguaje se organiza como poema. ¿Qué hará el artista para convertir las palabras de nuestras conversaciones en un material tan propio y genuino como lo es el hierro o el mármol a su escultor?… ¿no sería tal vez más justo aspirar a un ‘lenguaje de poema’, sólo efectivo en el ámbito de un contexto, suma de virtudes irreductibles a un especial vocabulario? Como las palabras son mucho más que palabras, y en la breve duración de su sonido cabe el mundo, lenguaje implicará forma y sentido, la amplitud del universo que es y representa la poesía”. Y este nuevo libro de Maricel Mayor Marsán, participa plenamente de las características anteriormente descritas.

     En sus Errores y Horrores, sinopsis histórica-poética del siglo XX, que tiene como lema la frase inmortal de Abraham Lincoln: “Una pluma es más peligrosa que una espada”, Maricel dedica la obra a todos los poetas de nuestra centuria que han perdido la vida por el cultivo y expresión de la palabra. Los grandes errores, traen consigo, en fino juego verbal, los consiguientes y desastrosos horrores: “El primer error fue / la primera Gran Guerra / que mundial se nominó”. “Se desgastó el ojo vigilante del universo, / sueños tronchados de repúblicas nacientes”. Su poesía es vital, espontánea, franca. Para referirse a acontecimientos históricos, no utiliza la autora trasnochadas imágenes, inconcebibles conceptos, ni alambicadas metáforas, sino que busca apoyo en la energía existencial que ella misma proyecta: “Los desventurados campesinos rusos / dejaron de ser súbditos del Zar / para convertirse en súbditos / (no oficiales de Stalin) / continuando así sus desventuras”, nos dice en Pushkin y la Balalaika.  Maricel proyecta en sus versos la realidad transcurrida, a veces vivida o al menos presenciada, con íntima y sincera visión. La senda que recorre está preñada de difíciles escollos. El trayecto vivencial, al que aludiera Dante, presenta los ignorados y fatídicos peligros de Scila y Caribdis, plasmados en estas ocasiones en forma casi épica. Al recordar a Gandhi en La palabra peligrosa, lo proclama vencedor y mártir: “El hombre frágil que derrotó a un imperio / con la palabra y su paciencia / crece por encima de las multitudes / (de aquéllas que amontonan el odio y la bajeza) / para acompañar a las nuevas generaciones”. Se adentra la poeta en los vericuetos literarios en Hablando de sueños, proyectándose en lo onírico en pincelada que rememora a Martin Luther King, Jr., otro héroe de la resistencia pasiva, en trágico vaticinio: “Presentías que el acoso lograba hacer su cerco. / La escapatoria no era tu estrategia. / Te enfrentaste al disparo asesino / en la certeza de una trayectoria / cuyos caminos venían de lejos”

     Recorre atribulada Maricel la historia universal de la infamia: La Segunda Guerra Mundial, el holocausto hitleriano y sus infortunadas víctimas, Guernica, la ciencia al servicio del bien y del mal, El Muro de Berlín, que: “dividió a la familia alemana / entre persecuciones, crímenes y arrestos, / convirtiéndose en un fatal episodio, / afortunadamente pasado. / La guerra fría se congeló a sí misma, /…”. Protesta por las desgracias de Kosovo: ¿De qué lado está la moral / cuando los muertos no saben de banderas / ni las víctimas de las glorias obtenidas?”, manifestando el imperativo moral kantiano. Se refiere a los grandes cataclismos geográficos de finales de siglo: “La naturaleza se defiende / con ‘el niño’ y con ‘la niña’./ El abuso del hombre/mengua los recursos de vida / que ella siempre le ofrece”. Alude con ternura a las Mujeres del siglo­ XX  , desplegando el sentimiento herido de Gabriela Mistral y su derroche universal de armonía en el sacrificio materno: “Inquirieron y demostraron / la estructura maternal del universo / desde la dualidad más completa / que definen dos vocablos al unísono: / mujer y persona./”, en memoria de Susan B. Anthony. Mas la autora, no se da por vencida, hace que el desengaño se desvanezca, e inicia, dinámica y optimista, nuevos vuelos que la conducen al porvenir pletórico de El ser americano: “…es una voz que silba, / nos dice, todos somos esencia del futuro, / fuente y mezcla infinita de lo mismo, / ahora y en todas las horas, somos americanos.” Luego, visualiza con firmeza y brío, el progreso de los tiempos venideros: “Un nuevo milenio emerge y el otro siglo le asiste / con la esperanza de no sumirse algún día / en el fango de su propia historia. / Fin de siglo, siglo nuevo.” Por último, el amor lo hace patente la autora con una ambivalencia de vaivén sentimental y honda veta emotiva, en dos poemas: Circa 1960: “Ser ‘hippie’era el pasaporte / para la enajenación del dolor /… Hacer el amor y no la guerra / se convirtió en moda. / Protesta subliminal del intelecto, / siervo simpático del afecto”. Y en Déjame saber, (homenaje a la ternura olvidada), Maricel se entrega con amor en pareados y sucesivas anáforas, a los pueblos, a los niños, a los ideales, rechazando las hipocresías, el cínico desaliento, la crueldad, para llegar, en gradación creciente a la intimidad personal: “Déjame saber si es un movimiento encantado / la mueca que equivale a una sonrisa. / Déjame saber si es alta frecuencia / el contacto de mi piel humedecida. / Déjame saber si es tiempo perdido / el dedicar mi voz a extraños personajes. / Déjame saber si no te importa / que te acaricie la espalda mientras duermes. / Déjame saber lo que es eterno / para no malgastar las inocencias. / Déjame saber si es olvido / no haberte dicho todo lo que te quiero./

     Sólo nos queda por decir que este libro de Maricel, cumple a cabalidad con el estro y la creación poética, dones intuitivos de difícil desarrollo y en ocasiones arduo bregar, donde la inspiración penetra a la vez en el mundo del espíritu, en el reino de lo emotivo y en los conceptos fundamentales de nuestra existencia, avanzando vigorosa, sin valladares ni fronteras, hasta dar al lector vibrantes atisbos del alma efusiva que se vuelca en la obra.

Errores y Horrores, de Maricel Mayor Marsán
por Leonardo Fernández-Marcané, Ph.D.
CUADERNOS DEL LAZARILLO
Revista Literaria y Cultural
Colegio de España
Salamanca (Junta de Castilla y León) España
Julio/Diciembre de 2001

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