FUGACIDAD DEL ASOMBRO / VANISHING AMAZEMENT

$12.00

SKU: 978-0-9823917-6-1 Category:

Book Details

Dimensions 8.5 × 5.5 in
ISBN

0-9823917-6-5

ISBN2

978-0-9823917-6-1

Páginas | Pages

94

Año | Year

2010

Tipo | Type

TAPA BLANDA / PAPERBACK

About The Author

Amelia del Castillo Martín

Después de haber publicado 8 poemarios y un libro de cuentos en su larga y laureada trayectoria como poeta, narradora y ensayista, Amelia del Castillo acaba de publicar su primer libro bilingüe, Fugacidad del asombro/ Vanishing Amazement (Ediciones Baquiana, enero 2010).

Este libro es compendio y destilación de todo lo que ha escrito, pero de una forma más conocedora, más honda, más realista. Es una acumulación de experiencias que se han aceptado y sedimentado en el espíritu de una poeta que ve la creación artística como iluminación.

Fugacidad del asombro se divide en tres partes: Umbral, Poética y Presencia.

Umbral lleva el signo dual de esta poeta geminiana: las dos Amelias, ella y su alter ego, o tal vez la poseía que siempre la acompaña: “He vivido con ella tanto tiempo/ que la llevo tatuada sin remedio/ en alma y piel”. Angustiada e iluminada son las dos caras de su yo reflejadas en su poesía, en lucha constante entre alegría y tristeza, cobardía y valor.

Umbral nos revela la Amelia que quiere ser audaz, como las mujeres mitológicas; caminar por sí misma confiando sólo en su sabiduría interior. “Si me atreviera/ reemprendería el viaje de la mano/ de nadie./ Con la niña sabiduría/ del que lo cree todo, del que lo sabe todo./ Sin saber”.

Su voz en este libro desvela también su temor a envejecer; la inútil labor de resucitar recuerdos; el tiempo en fuga. Es el hoy oscurecido por las sombras del ayer; por la cercanía de la muerte. Sin embargo decide valerosamente vivir mientras haya vida, pero con el ancla del ayer que no vuelve y no se olvida. Llega a la realización del morir de cada día, soltando culpas y abriéndose al perdón.

En otro poema dual, dialoga con su alter ego –o su poesía– que tiene la temeridad de clamar y enfrentar a los dioses del destino exigiéndoles que le devuelvan la esencia de lo que ella aún siente que es y siempre será: “Tú que cuestionas/ la pequeñez del mundo/ ¿Por qué no reclamar un poco/ de lo poco que somos y que fuimos?”

Amelia siempre será fiel a sí misma. Nunca se dará por vencida ni se retirará de la vida. Sigue adelante, sin importar lo que venga, sitiada por los recuerdos. Ansía la integración de los opuestos en ella. Hallarse al fin, completa.

Umbral termina cuando se identifica con un pájaro azul, con suficiente valor para ser él mismo, desnudo y en paz; siempre expresándose al borde del abismo. Es el pájaro de la inspiración, de la voz auténtica, que no se deja afectar por los avatares de la vida.

En Poética, la segunda parte del libro, Amelia le habla a su poesía, dueña del silencio y del misterio, de fuente desconocida y aceptada desde siempre. Es ella misma y al mismo tiempo la trasciende. Esa poesía le da la fuerza para enfrentar los miedos eternos, atesorando la magia de estar viva y de escribir. Nos repite que la poesía nace en ella sin saber porqué. Es la dueña de su vida y no al revés.

En otro poema dual, se presenta libre y sumisa a la vez: “Por defender mi esencia/ me desciño/ de moldes, de hojarasca y de ceniza./ En cerrojos el galope de la prisa/ vuelvo al cauce, al manantial y al niño./ Por defender mi savia me doblego/ y soy otra y la misma: diferente”.

En la última parte del libro, Presencia, reconoce a Dios como centro de su vida. Aspira a la claridad, sin cortapisas ni fronteras; anhela apagar la oscuridad para siempre. Siente su raíz creada por Dios desde toda la eternidad; se reconoce mítica, más allá del tiempo. Se ve atemporal partícula de Dios que siempre será en el misterio. Desea ser una con el Universo sin darse cuenta que en su deseo ya lo es.

Ansía llegar a Dios por y más allá de la fe. Se abre a esa luz que de improviso surge cuando menos lo espera y acepta la vida totalmente, sin reproches. Se entrega por completo, para renacer bajo Su sombra.

Hay un momento cuando se siente finalmente completa y en paz. Es una felicidad que quiere compartir con todos, sin saber si perdurará.

Tiene además, en un poema muy profundo, la premonición de una nueva vida: “Quizás, cuando otra vez arcilla blanda/ este barro mío, en Sus manos la amase/ la sople, la acaricie el Alfarero/ y haga con ella otro objeto. Otra cosa./ Quizás otra mujer”.

En palabras de Orlando Rossardi: “Aquí estamos para leernos en ellos a nosotros mismos, vistos y reflejados en esos poemas que cazan en vuelo el instante vivido y los guarda en el papel para la pequeña historia nuestra y de ella…”

AMELIA DEL CASTILLO ASOMBRA Y CONMUEVE
por Elena Iglesias
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
24 de enero de 2010

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